sábado, 23 de febrero de 2019

Cloud (almacenamiento en la nube)


¿QUÉ ES CLOUD?
Cloud significa, literalmente, nube. En términos informáticos nos referimos a un paradigma que permite ofrecer servicios de computación a través de una red, que normalmente es Internet. 
Dicho así puede sonar algo complicado, pero estamos seguros que si te hablamos de Gmail, Amazon Web Services o YouTube, seguro que te empieza a sonar más. Pero vayamos por partes.
El concepto de nube se refiere al almacenamiento de datos fuera de nuestros dispositivos. Es decir: Si tu guardas una foto en la carpeta "Mis Documentos" de tu ordenador, sólo podrás acceder a ella desde ese PC. En cambio, la foto se enviará a un ordenador ajeno y tú podrás verla en tu dispositivo... aunque no esté ahí guardada.
El término tiene su origen en los años 60, gracias a Joseph Carl Robnett Licklider, que tenía una versión un tanto particular del mundo. Pretendía que todo el mundo pudiese estar interconectado para así poder acceder a los programas y datos desde cualquier lugar.
Sin embargo, hay otra serie de expertos que atribuyen el término cloud computing a John McCarthy, quien propuso la idea de computación como un servicio público.
Como Internet no empezó a ofrecer ancho de banda significativo hasta los años 90, la computación en la nube ha sufrido un desarrollo tardío. Y es que, a pesar de que sus inicios fueron en los 60, no fue hasta la llegada de Salesforce, en 1999, cuando llegó el concepto de aplicaciones empresariales a través de una web simple.
En este sentido, hay varios tipos de cloud computing: Privada, cuando atiende exclusivamente a una organización; Publica: cuando la infraestructura está abierta al público general; o Híbrida, cuando es una mezcla de las dos.

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EL USO DE LA COMPUTACION DE LA NUBE.
Utilizar un servicio en la nube cuenta con muchas ventajas para una organización. Entre ellas, que puedes acceder desde cualquier sitio y desde varios dispositivos. Además, es especialmente económico en lo que se refiere a software y hardware, así como en el mantenimiento técnico. Pero si hay algo por lo que destaca la nube es por la escalabilidad, una característica fundamental para cualquier servicio de empresas.
Si hay un gran debate con el cloud es en el tema de la ciberseguridad.  Y es que, a aunque debería ser más segura que los modelos tradicionales, la cosa no es tan sencilla. Muchos de tus archivos pasar de estar en tu ordenador a almacenarse fuera de él. Esto implica dejar de tener control sobre ellos, por lo que nunca puedes estar del todo seguro de quién accede a esta información o si está o no protegida como debería ser.
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LA NUBE PARA COMPARTIR CONOCIMIENTO.
La nube está cambiando el uso y concepción del correo electrónico y también la forma de trabajar colaborativamente a través de las unidades de red compartidas, que siguen siendo muy utilizadas. Estas unidades de red suelen ofrecer estructuras jerárquicas de carpetas y ficheros con los archivos meramente almacenados para su descarga o apertura, sin ningún tipo de normalización ni control global, y con posibilidades bastante limitadas, siendo la intuición del usuario la clave para saber dónde se encuentran determinados documentos. Las unidades de red poco a poco están dando paso a servicios en la nube que pretenden solventar sus limitaciones y problemas.
Google drive, Icloud o Dropbox son servicios que resultan familiares y representan muy bien la cloud,  y además se han extendido entre los usuarios para guardar  archivos y documentos de todo tipo y desarrollar tareas diversas. Algunos motivos por los que estos servicios han crecido rápidamente en número de usuarios y datos almacenados pueden ser:
  • La "gratuidad" de los servicios.
  • Su popularidad: recomendaciones en las redes sociales y en la vida real.
  • No depender de USBs y dispositivos de almacenamiento físicos para obtener la información.
  • La necesidad de disponer de documentos, fotografías, archivos y ficheros desde cualquier equipo.
  • Su simplicidad de uso.
  • Las posibilidades de compartir con otros usuarios archivos, simplemente con un enlace.
  • La sensación de control ante el acceso de terceros a documentos y ficheros en estos servicios.
  • La sensación de tranquilidad ante la "imposibilidad" de pérdida de información.
  • El anonimato de guardar documentos y ficheros en la nube y no en ordenadores de empresa o domésticos.
Pero una cosa es utilizar servicios como google drive, dropbox u otros para uso particular y otra muy diferente, es utilizarlos para almacenar y gestionar la documentación de una organización. Después de algunos problemas de filtrados y accesos no autorizados, se empieza a recomendar que estos recursos tan conocidos no deben de utilizarse para albergar información sensible de la organización (y por extensión tampoco la de cualquier usuario). 
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 CREACION DE UNA RED DE TRABAJO COLABORATIVO.
Google Docs llegó a IE Business School cuando algunos grupos de trabajo con algunos alumnos pioneros de esta forma de trabajar en el International MBA los empezaron a reclamar como herramienta interna, hace ya bastantes años. En aquel momento, la escuela era básicamente un entorno dominado por herramientas de Microsoft, y las de Google entraron a petición de los alumnos, como un movimiento de abajo a arriba: la idea, para grupos de trabajo de siete u ocho personas cuyo mayor problema era, en muchas ocasiones, encontrar tiempo para reunirse y trabajar juntos, tenía indudablemente mucho sentido. O al menos lo tenía para mí, que ya llevaba tiempo probando la herramienta en otros ámbitos: eran herramientas sencillas, no hacía falta explicar nada, todas las funciones se entendían claramente, solo tenías que ponerte a probarlo. La adopción generalizada, sin embargo, fue bastante más lenta de lo que esperaba: aún hoy, el uso de este tipo de herramientas diferencia a los grupos más avanzados de aquellos que no lo son, y aún hoy no son pocos los grupos que siguen apegados a la forma de trabajar antigua, al envío de ficheros adjuntos por correo electrónico para después luchar con el control de cambios, como se hacía el siglo pasado. La diferencia en términos de productividad y de ganancia de inspiración colectiva es brutal: cualquiera que haya dedicado un poco de tiempo de calidad a escribir colectivamente un documento online con un grupo razonable de personas, viendo como se mueven los cursores de colores como si fueran abejas laboriosas, al tiempo que se intercambian opiniones y comentarios en la ventana de chat, no vuelve a sentirse productivo con las viejas metáforas de trabajo.
Y si una herramienta es sencilla, potente, no tiene barreras de entrada dignas de mención y mejora en gran medida la productividad… ¿por qué su uso no se extiende más? Simplemente, porque probar con seriedad esas herramientas de trabajo colaborativo requiere poner al grupo de personas que tiene que colaborar de acuerdo para probarlas. Personas que se consideran con familiaridad con otra filosofía de trabajo, que tienden a ser conservadoras con respecto a las herramientas en las que se encuentran cómodos, y que disparan críticas como la mayor funcionalidad de esas herramientas aunque se trate de funciones que han utilizado menos de una docena de veces en toda su vida. Posiblemente requiera, además, cambiar procedimientos, cambiar costumbres arraigadas, cambiar disciplinas y agendas de quienes tienen la costumbre de trabajar en grupo de manera presencial, en una misma sala.
Obviamente, surgen otras diferencias. Cuando se plantea elaborar un documento conjunto entre varias personas, reunirse y confeccionarlo implica emplear un cierto número de horas, pero generalmente, salir con el documento prácticamente terminado. Plantearlo en modo virtual supone, generalmente, que alguien abra el documento, invite al resto de participantes, y que el documento permanezca abierto hasta que el último participante haya entrado y supervisado lo que tenga que supervisar. Por alguna razón, la disciplina que impone la reunión presencial no tiene necesariamente lugar ante lo que debería ser su equivalente en la red. Nos resulta más difícil destinar tiempo de calidad a una reunión en torno a un documento compartido en red que hacerlo en una reunión que, por sus circunstancias presenciales, nos obliga a ello.
En la práctica, la ganancia de productividad de una reunión virtual desarrollada con seriedad en torno a un documento o una hoja de cálculo frente a la alternativa de discutir todos juntos en una sala de reuniones resulta desmesuradamente elevada, y no requiere de ningún entrenamiento especial. Es, simplemente, conservadurismo: no probar una tecnología sin duda superior simplemente porque estamos más cómodos con la que conocemos, porque nos parece que no funciona mal, porque no vemos la necesidad de cambiarla. Si no lo has probado aún en tu compañía, ponlo a prueba.
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