¿QUÉ ES CLOUD?
Cloud
significa, literalmente, nube. En términos informáticos nos referimos a un
paradigma que permite ofrecer servicios de computación a través de una red, que
normalmente es Internet.
Dicho
así puede sonar algo complicado, pero estamos seguros que si te hablamos
de Gmail, Amazon Web Services o YouTube, seguro que te empieza a sonar
más. Pero vayamos por partes.
El concepto
de nube se refiere al almacenamiento de datos fuera de nuestros
dispositivos. Es decir: Si tu guardas una foto en la carpeta "Mis
Documentos" de tu ordenador, sólo podrás acceder a ella desde ese PC. En
cambio, la foto se enviará a un ordenador ajeno y tú podrás verla en tu
dispositivo... aunque no esté ahí guardada.
El
término tiene su origen en los años 60, gracias a Joseph Carl Robnett
Licklider, que tenía una versión un tanto particular del mundo. Pretendía que
todo el mundo pudiese estar interconectado para así poder acceder a los
programas y datos desde cualquier lugar.
Sin
embargo, hay otra serie de expertos que atribuyen el término cloud
computing a John McCarthy, quien propuso la idea de computación como un
servicio público.
Como
Internet no empezó a ofrecer ancho de banda significativo hasta los años 90,
la computación en la nube ha sufrido un desarrollo tardío. Y
es que, a pesar de que sus inicios fueron en los 60, no fue hasta la llegada de
Salesforce, en 1999, cuando llegó el concepto de aplicaciones empresariales a
través de una web simple.
En este sentido, hay
varios tipos de cloud computing: Privada, cuando atiende
exclusivamente a una organización; Publica: cuando la infraestructura está
abierta al público general; o Híbrida, cuando es una mezcla de las dos.
EL USO
DE LA COMPUTACION DE LA NUBE.
Utilizar un servicio en la nube cuenta con muchas ventajas para una organización. Entre ellas, que puedes acceder desde cualquier sitio y desde varios dispositivos. Además, es especialmente económico en lo que se refiere a software y hardware, así como en el mantenimiento técnico. Pero si hay algo por lo que destaca la nube es por la escalabilidad, una característica fundamental para cualquier servicio de empresas.
Si hay un gran debate con el cloud es en el tema de la ciberseguridad. Y es que, a aunque debería ser más segura que los modelos tradicionales, la cosa no es tan sencilla. Muchos de tus archivos pasar de estar en tu ordenador a almacenarse fuera de él. Esto implica dejar de tener control sobre ellos, por lo que nunca puedes estar del todo seguro de quién accede a esta información o si está o no protegida como debería ser.
LA NUBE
PARA COMPARTIR CONOCIMIENTO.
La
nube está cambiando el uso y concepción del correo electrónico y también
la forma de trabajar colaborativamente a través de
las unidades de red compartidas, que siguen siendo muy utilizadas.
Estas unidades de red suelen ofrecer estructuras jerárquicas de carpetas y
ficheros con los archivos meramente almacenados para su descarga o apertura,
sin ningún tipo de normalización ni control global, y con posibilidades
bastante limitadas, siendo la intuición del usuario la clave para saber
dónde se encuentran determinados documentos. Las unidades de red poco a
poco están dando paso a servicios en la nube que pretenden solventar
sus limitaciones y problemas.
Google
drive, Icloud o Dropbox son servicios que resultan familiares
y representan muy bien la cloud, y además se han
extendido entre los usuarios para guardar archivos y documentos de todo
tipo y desarrollar tareas diversas. Algunos motivos por los que estos
servicios han crecido rápidamente en número de usuarios y datos
almacenados pueden ser:
- La
"gratuidad" de los servicios.
- Su
popularidad: recomendaciones en las redes sociales y en la vida real.
- No
depender de USBs y dispositivos de almacenamiento físicos para obtener
la información.
- La
necesidad de disponer de documentos, fotografías, archivos y ficheros
desde cualquier equipo.
- Su
simplicidad de uso.
- Las
posibilidades de compartir con otros usuarios archivos, simplemente
con un enlace.
- La
sensación de control ante el acceso de terceros a documentos y ficheros en
estos servicios.
- La
sensación de tranquilidad ante la "imposibilidad" de pérdida de
información.
- El
anonimato de guardar documentos y ficheros en la nube y no
en ordenadores de empresa o domésticos.
Google
Docs llegó a IE Business School cuando algunos grupos de trabajo con algunos
alumnos pioneros de esta forma de trabajar en el International MBA los
empezaron a reclamar como herramienta interna, hace ya bastantes años. En aquel
momento, la escuela era básicamente un entorno dominado por herramientas de
Microsoft, y las de Google entraron a petición de los alumnos, como un
movimiento de abajo a arriba: la idea, para grupos de trabajo de siete u ocho
personas cuyo mayor problema era, en muchas ocasiones, encontrar tiempo para
reunirse y trabajar juntos, tenía indudablemente mucho sentido. O al menos lo
tenía para mí, que ya llevaba tiempo probando la herramienta en otros ámbitos:
eran herramientas sencillas, no hacía falta explicar nada, todas las funciones
se entendían claramente, solo tenías que ponerte a probarlo. La adopción
generalizada, sin embargo, fue bastante más lenta de lo que esperaba: aún hoy,
el uso de este tipo de herramientas diferencia a los grupos más avanzados de
aquellos que no lo son, y aún hoy no son pocos los grupos que siguen apegados a
la forma de trabajar antigua, al envío de ficheros adjuntos por correo
electrónico para después luchar con el control de cambios, como se hacía
el siglo pasado. La diferencia en términos de productividad y de ganancia
de inspiración colectiva es brutal: cualquiera que haya dedicado un poco de
tiempo de calidad a escribir colectivamente un documento online con un grupo
razonable de personas, viendo como se mueven los cursores de colores como si
fueran abejas laboriosas, al tiempo que se intercambian opiniones y comentarios
en la ventana de chat, no vuelve a sentirse productivo con las viejas metáforas
de trabajo.
Y
si una herramienta es sencilla, potente, no tiene barreras de entrada dignas de
mención y mejora en gran medida la productividad… ¿por qué su uso no se
extiende más? Simplemente, porque probar con seriedad esas herramientas de
trabajo colaborativo requiere poner al grupo de personas que tiene que
colaborar de acuerdo para probarlas. Personas que se consideran con
familiaridad con otra filosofía de trabajo, que tienden a ser conservadoras con
respecto a las herramientas en las que se encuentran cómodos, y que disparan
críticas como la mayor funcionalidad de esas herramientas aunque se trate de
funciones que han utilizado menos de una docena de veces en toda su vida.
Posiblemente requiera, además, cambiar procedimientos, cambiar costumbres
arraigadas, cambiar disciplinas y agendas de quienes tienen la costumbre de
trabajar en grupo de manera presencial, en una misma sala.
Obviamente,
surgen otras diferencias. Cuando se plantea elaborar un documento conjunto
entre varias personas, reunirse y confeccionarlo implica emplear un cierto
número de horas, pero generalmente, salir con el documento prácticamente
terminado. Plantearlo en modo virtual supone, generalmente, que alguien abra el
documento, invite al resto de participantes, y que el documento permanezca abierto
hasta que el último participante haya entrado y supervisado lo que tenga que
supervisar. Por alguna razón, la disciplina que impone la reunión presencial no
tiene necesariamente lugar ante lo que debería ser su equivalente en la red.
Nos resulta más difícil destinar tiempo de calidad a una reunión en torno a un
documento compartido en red que hacerlo en una reunión que, por sus
circunstancias presenciales, nos obliga a ello.
En
la práctica, la ganancia de productividad de una reunión virtual desarrollada
con seriedad en torno a un documento o una hoja de cálculo frente a la
alternativa de discutir todos juntos en una sala de reuniones resulta
desmesuradamente elevada, y no requiere de ningún entrenamiento especial. Es,
simplemente, conservadurismo: no probar una tecnología sin duda superior
simplemente porque estamos más cómodos con la que conocemos, porque nos parece
que no funciona mal, porque no vemos la necesidad de cambiarla. Si no lo has
probado aún en tu compañía, ponlo a prueba.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:
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